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EL PRODUCTOR EJECUTIVO NO ES UN ESPECIALISTA, SINO QUE DEBE SABER DE TODO Y MÁS SI SE PUEDE

Entrevista a Gustavo Schraier por Diego Braude jbraude@ciudad.com.ar

A fines del año pasado, Gustavo Schraier, productor ejecutivo en el Complejo Teatral de Buenos Aires, publicó "Laboratorio de Producción Teatral I". Podría ser un hecho aislado, de no ser porque es el primero en su tipo publicado por estos lares. ¿El motivo? Dar una mano, provocar el diálogo sobre una necesidad de aprendizaje, sobre todo el teatro denominado “alternativo”, de formas de trabajo que faciliten la labor artística y generen conciencia sobre cómo enfrentarse a los obstáculos de la producción de espectáculos. No es un aspecto menor, teniendo en cuenta las alrededor de cuatrocientas obras que se estrenan anualmente en Buenos Aires, muchas de las cuales salen con pérdidas económicas (al margen de la decepción por la falta de público) y cuyos colectivos (independientemente de los méritos o falta de ellos que pudieran tener en su producción), terminan por conformar experiencias de una sola ocasión y no pueden continuarse en el tiempo.

El libro, si bien es bastante didáctico, no está pensado ni planteado como un manual, sino como la condensación de años de experiencia pasados al papel. Schraier, entre otras cosas, también encabeza el Laboratorio de Producción Teatral, en el Centro Cultural Rojas, de cuya cantera han salido varios de los productores ejecutivos que están ya trabajando en teatro de forma efectiva.

La figura del productor ejecutivo tiene en la mitología artística bastante poco de romántico, sobre todo porque en general se lo asocia a la sombra maligna del productor general que coarta la creatividad. La cuestión es que las palabras “profesionalización” o “producción”, no sólo no tienen por qué producir alergia, sino que, además, en cierto punto, se convierten en una necesidad conceptual a la hora de hacer perdurar un proyecto en el tiempo, tenga este fines puramente comerciales o no. Para Schraier, la figura del productor ejecutivo, y lo que ella implica y representa, no sólo significa creatividad+racionalidad, sino que tiene que ver también con un proceso de concientización que lleve, en lo posible, a ser artista y no morir en el intento (bueno, más o menos así).

Llego al Teatro San Martín, que todavía está con refacciones. Parece una gran cueva oscura, con tantas luces apagadas. Subo al quinto piso, hace rato ya que los viejos ascensoristas han dejado su lugar a una voz sensual que anuncia cada piso. Llego al quinto piso. Me encuentro con Gustavo Schraier, volvemos a bajar, enfilando para el café, previo rápido cigarrillo para despuntar el vicio. Mientras, me cuenta un poco, previa pregunta de quien escribe, sobre la experiencia de trabajar con “La Fura dels Baus”. Llegamos al café, nos sentamos, seguimos charlando, de fondo buena música, que siempre es algo bueno en vez del ruido de los colectivos. Como la cosa ya viene encaminada, decido ir prendiendo el grabador (digital, mucho más cómodo que el antiguo cassette).

- Acerca de la sobreoferta, porque todo es un balance, porque… a veces uno dice, “¿para qué en este momento yo hago tal cosa, si nadie da bola?” o, por ahí en el caso de un productor, “no me respetan tanto, quizás, como deberían”… pero, si no lo haces, tampoco estás sembrando el camino para lo que viene después…

No, por supuesto, por supuesto. Pero, a ver, hay un tema con la sobreproducción o lo que yo hablo de la sobresaturación de la oferta y etc., etc., que por ahí a veces se malentiende. Yo, cuando hablo de la sobreproducción, no digo que la sobreproducción este mal en sí. Es un diagnóstico completamente arbitrario que hago yo como análisis de la situación. Digo: hay mucha producción, mucha, por ahí más de la que el público puede llegar a abarcar, esa es la realidad. Eso genera que los grupos alternativos, los colectivos o las cooperativas tengan 15, 20, 30 espectadores, salvo algunos proyectos que tienen mucha suerte, o vaya a saber qué y funcionan muy bien…..

Vuelvo a repetir, la sobreproducción no está mal. El tema es preguntarse – cosa que creo que no se pregunta es – “¿para qué producimos?”, “¿para quién producimos?”, “¿qué producimos?”. […] (Es decir), no hacer un análisis, no evaluar, no estudiar, por qué hacemos lo que hacemos. Esto en principio. Después, lo que genera esta sobreproducción, es que, primero, hayan muchas obras en cartel y que no haya tanto público para abarcar esa cartelera. Por el otro lado, hace perder de vista otro tema, que para los que trabajamos en cualquier producción teatral, es la explotación – la explotación en el sentido de la exhibición, la temporada como se dice comúnmente -. Se piensa mucho en que “hay que hacer esto, realizar aquello”, “ponemos esto”, “construimos esto”, pum, pum, pum, todo bárbaro. Cuando llegamos al estreno y tenemos que transcurrir la temporada, entramos en problemas… porque ese devenir de la temporada no se piensa antes. Y entonces sucede que nos quedamos asombrados cuando no viene nadie, o cuando no hicimos prensa – ni contratada, ni nosotros mismos -. […] No se piensa la explotación como una etapa…

- Como parte de un proceso…

Totalmente. Es la fase final… y es la finalidad de cualquier proyecto teatral: estrenar, durar lo más que se pueda en el tiempo, poder no sólo tener la mayor cantidad de público posible, sino también generarse una trayectoria y obtener críticas – buenas o malas, no me importa – que sirvan para el historial…. Digo, todas cosas que no se piensan primero. Entonces se produce, como digo yo: “se pone toda la carne al asador” para estrenar, ¿Y?... nos olvidamos de lo que sigue al estreno…

- ¿Qué no es un productor?

A ver, es difícil. Primero hay que aclarar: cuando yo uso el término de productor, estoy hablando del productor ejecutivo; no del productor general ni tampoco del tipo que pone la plata, el capitalista – que puede, además, hacer la producción o no, es otra cosa -. Digamos, la función se denomina “productor ejecutivo” o “productor ejecutivo y artístico” si se le suma otra función. No es un tipo que tenga necesariamente que buscar fondos, fondos de financiación para el proyecto, no es eso – más allá de que puede ayudar, que puede colaborar en esa función, no es un “productor comercial”, una persona que tiene que encargarse de conseguir canjes o sponsors -. Eso es otra tarea que se denomina, precisamente, “producción comercial”.

El productor ejecutivo está más relacionado a lo que es analizar la factibilidad del proyecto, analizar la viabilidad del proyecto. La factibilidad en cuanto a la realización, porque una cosa es tener una idea genial, un proyecto maravilloso, y otra cosa es en base a los recursos con que contamos y con los que podemos contar, qué podemos hacer para llevar adelante esto. Y la viabilidad es… en algún punto, de lo que yo hablo es de la viabilidad económica, pero no es que me importe “si no haces plata”, no, no. No estoy hablando de hacer plata, estoy hablando de no perderla. Digo, nosotros siempre, en una cooperativa, en un colectivo, ponemos plata de nuestro bolsillo para realizar nuestro proyecto. A veces también pedimos plata al Instituto, a Proteatro, al Fondo Nacional de las Artes… pero, en general, también ponemos plata nosotros. La idea es no perder esta poca plata que podemos poner, que nos cuesta horrores poner. En algún punto, el libro apunta también a esto.

- Bueno, por lo que sé, los subsidios tampoco alcanzan para demasiado…

Es que ayuda… no es que te van a resolver todos tus problemas económicos. Ojalá los organismos públicos pudiesen dar más. Lo que yo me pregunto es qué sentido tiene que un proyecto se haga solamente con dinero del Estado. ¿Y qué ponemos en riesgo nosotros? Es fácil jugar sólo con el dinero de otro…

- Me parece, digo, que, al margen de que la gente suele identificar la figura del productor inmediatamente con la del productor general, también, al nivel del pensamiento, hay una cuestión producto de por lo menos las últimas tres décadas, de la imposibilidad de proyectar. Es como que cuesta hacer planes porque por ahí sentís que no tenés una mínima certeza de qué va a pasar el mes que viene. Por ahí es un cliché, pero también quizás lo terminás interiorizando y viviendo así.

Mmmm… pero vivir así es terrible. Digo, yo sé que la realidad es más dura de lo que uno piensa… Pero si uno no planifica, sobre todo un proyecto artístico, que involucra a un montón de personas. Mmmm… Digamos, yo tengo que convenir, llevar adelante algo que es un deseo individual, grupal, etc. […] Requiere mucho esfuerzo, mucho direccionamiento, entonces solamente eso ya necesita que uno planifique, que se organice. Obviamente, para planificar hay que saber, no es que uno dice “ah, bueno, agarro un calendario, pongo acá hago esto, acá hago aquello”; no es eso. Cuando me refiero a planificar no estoy diciendo pensando a cinco años, sino cinco meses, tres meses. Obviamente que esto tampoco es algo estático, que dibujamos, marcamos y que hay que cumplir a rajatabla. En producción se suele decir que la planificación se hace para no cumplirla.

- ¿Y cómo calcula los tiempos un productor?

Primero se basa en la experiencia, lo que se llama “la comparativa”. La planificación comparativa tiene que ver con proyectos similares. Obviamente, cuando no tenés experiencia, no podés tener ninguna comparativa. Pero, digamos, suponiendo que la tuvieses, lo que hacés primero es tener una idea de qué proyecto vas a hacer y qué proyectos hiciste que son similares – para tener una idea global, general -. Esto se hace con un margen de error bastante grande, pero te sirve para dar un marco. Después, lo que se hace normalmente, o lo que debe hacerse, es recabar información con los involucrados en la creación de ese proyecto, o sea el director, el escenógrafo, el vestuarista, el iluminador, actores – si es que forman parte de la creación conceptual del proyecto -. Todo eso hace a la etapa de preproducción en donde, entre otras cosas, obtengo información, donde hablo con el director, con el escenógrafo, nos reunimos, empezamos a pensar el proyecto. En base a lo que cuenta cada uno, a lo que necesita, al deseo de que “nuestra escenografía vaya a ser tal cosa”, “el vestuario vaya a ser así”, “necesitamos estas luces”. En base a esto, llevás a un papel toda esta información y se trata luego de planificar. Obviamente, si nosotros necesitamos construir una mesa con las sillas, sabemos que eso no puede tardar mucho en construirse. Pero, si necesitamos unas paredes con puertas, ventanas y todo eso, y que atrás se vea un muro de ladrillos, eso puede tomar otro tiempo.

Esta información empieza a cruzarse… es muy complejo describirlo así en pocas palabras. Pero bueno, recabás esa información y la de los realizadores… porque una cosa son los creativos, porque digo “bueno, quiero hacer este barco”, si soy el creativo el diseño es este, las medidas son estas, el material es este, etc., etc… Ahora, ¿quién lo construye? Voy al realizador de eso en particular y me dirá “bueno, mirá, yo necesito tanto…”, no en lo presupuestario, estamos hablando de tiempos y acciones. […] Hay que tener un margen, un colchón de tiempo, para pensar que si nos dice quince días, va a ser un mes. Ese tipo de cosas te las da la experiencia.

Entonces, bueno, en base a eso, se cruzan esos datos y se trabaja lo que es una planificación. Puede hacerse con algún software (específico) o puede hacerse a mano como se hacía en otra época cuando no existían ni las PCs, ni las laptops, ni nada. Eso no importa, lo importante es la acción de planificar, te pone a pensar en presente el futuro, lo que va a suceder en el futuro, cómo lo vas a hacer, cómo lo vas a desarrollar

- ¿Cómo va cambiando el productor en cada instancia del proceso de producción?

La primera parte, la preproducción es una etapa puramente de escritorio, analítica, donde estamos discutiendo, debatiendo, analizando. En esta etapa se necesitan dos elementos fundamentales que son: prever y prevenir.

La etapa de producción es más una etapa donde el productor ejecutivo tiene una función casi específica o primordial que sería la coordinación de toda esa masa que trabaja en el proyecto, la gestión humana. Tratar de promover la circulación de la información. […] Después hay una cuestión fundamental, que tiene que ver con el seguimiento y control. Una cosa es lo que nosotros planificamos en la preproducción, ahora hay que llevarlo adelante; hay que cumplir las metas y objetivos de esa planificación. […] Seguir, supervisar que eso se esté cumpliendo de acuerdo a lo pautado. Y, si no, tener las alternativas para que, más allá de modificar algunas etapas o tiempos o lo que sea, podamos llegar a la fecha prevista para estrenar en las mejores condiciones. Por eso se requiere de un trabajo de ingeniería y reingeniería constante.

- La figura del productor ejecutivo, me parece, trae la idea de proceso (de profesionalización, si se quiere), de que la cuestión no se acaba en el estreno, sino en poder sostenerse en el tiempo, en tomar conciencia... digo, poder vivir del teatro es algo bastante complicado y la mayoría queda por el camino, ¿qué opinás?

Sí, totalmente. Primero, la producción ejecutiva es una función netamente profesional. Un actor puede no ser profesional… digo, puede no haber estudiado, no haber trabajado y tener un talento maravilloso. El director… tiene que tener conocimientos, sí, pero también puede ser un tipo con un talento que uno diga ¡wow! Un escenógrafo tiene que saber… pero la función, esto es algo que yo también menciono mucho en el libro: cada uno de esos roles, es, si querés, una especialidad; el productor ejecutivo no tiene una especialidad, tiene que tenerlas todas. Tiene que conocer todo, no tiene por qué ser un experto, pero sí tiene que conocer un poco de cada rubro para poder dialogar. Entonces, el productor ejecutivo a lo que tiende, idealmente vamos a hablar, entre otras cosas es a facilitar el proceso artístico para llegar a buen puerto. Y eso deviene luego en algo relativo a la profesionalización. Pero, también hay que tener en cuenta si la gente que está en los colectivos tiene una idea clara de qué quiere ser. […] Y es muy complejo vivir de esto, vivir del teatro, lleva muchos años. Hay que tener mucha persistencia, mucha resistencia.

- Y, con respecto al libro, ¿cómo fue el proceso de condensar años de experiencia?

El libro fue un deseo de hace tiempo, mío. Primero empezó a partir de dar clases, brindar mis conocimientos en gestión y producción teatral después de casi diez años de trabajo. Esto fue en el 2000, más o menos, notando, además, que había un vacío formativo en cuanto a la producción ejecutiva y a los procesos de producción. Y, en base a eso, me pregunté cómo aprendí yo. Aquí no había universidades ni ámbitos académicos que enseñen eso y, a partir de ahí, empecé a dictar los seminarios, cursos, etc., donde fue creciendo cada vez más el alumnado. Nunca quise que fuera un ámbito académico, sólo teórico, por eso primero se llamó Taller pero después pasó a llamarse Laboratorio. Porque es eso, un ida y vuelta, donde yo enseño o guío cómo son los procesos, cómo se hace, pero yo también aprendo mucho con cada proyecto en particular y con cada persona; ese es el trabajo que se hace, un ida y vuelta permanente.

- Sí, ví que la primer página está llena de agradecimientos, uno de los cuales es a tu asistente literaria

Sí, por supuesto. Luciana (Zylberberg) fue alumna mía y le pedí si no quería colaborar conmigo en la asistencia literaria, en la función literaria. Bajar lo grueso, que ella lo limpie un poco de maleza. Yo no soy escritor, soy productor, y entonces lo que quería era transmitir de la mejor forma una ayuda… no como un manual, simplemente como una teoría abierta a la reflexión, un trabajo de cómo podemos hacer una práctica de una función como es la producción ejecutiva

- Claro, yo te lo mencionaba porque lo que está bueno es que no te parás desde un lugar de “yo vengo a mostrarles la luz”, sino que das la idea de que no es algo terminado, sino todo parte de un proceso. Y esto me lleva a la última pregunta. Vos insistís con que el libro sirva como disparador, y que lo que hay que estimular permanentemente para seguir progresando es el diálogo. Ahora bien, entonces, ¿cómo sería una reunión entre productores para dialogar?

(risas) Pregunta difícil para el final… ¿cómo sería…?... no sé, no te podría contestar… creo que hay algo, que yo lo puse en el libro, que es muy difícil de transmitir, que tiene que ver con la sensibilidad, con la pasión… yo soy un apasionado de lo que hago y me encanta estar en todo el proceso, porque me interesa y yo transmito eso y creo que a muchos de mis exalumnos les ha picado eso. Pero yo no puedo decir “un productor ejecutivo es uno que tiene que ser apasionado”, ¿quién dice eso?, yo lo digo, pero porque a mi me funciona. Tiene que ver con mi sensibilidad, con mi cultura, con mi educación, con gustos personales. Digo, yo en el Teatro San Martín tengo la posibilidad de hacer proyectos que, en general, yo elijo porque me producen cierta atracción estética, o cierto riesgo; generalmente, elijo proyectos que, a priori, uno piensa que son riesgosos, estéticamente, artísticamente, de producción, etc. Uno tiene que hacer la experiencia, cada uno tiene que hacer su experiencia. Creo que una reunión de productores no nos escucharíamos… (risas) Sería para matarnos, no sé…

- Entonces, una reunión con cinco versiones de vos mismo…

No, no existen, no existen… rompieron el molde dicen mis padres. El primer laboratorio, de donde salieron Gaby (Cabrera), Paula (Travnik), Paula Estevez, Natalia Felder, Andrea Hanna, varios que ahora son productores ejecutivos… ese tenía un carácter particular, porque además era el primer laboratorio de producción teatral - que duró tres años, incluso empezamos proyectos conjuntos, cosas así -, ahí había como un laboratorio de ideas. Era muy interesante escucharnos y discutir y debatir sobre ciertas cosas.

Lo importante es seguir lo que uno cree – es un cliché lo que voy a decir -, seguir lo que uno cree, pelearla a muerte, aprender mucho. Porque ese es uno de los errores, por ahí, del productor ejecutivo. El productor ejecutivo, como te decía, no es un especialista, sino que debe saber de todo y más si se pudiese… estar un paso adelante del resto, y eso requiere aprender mucho, vivir aprendiendo. Cambios tecnológicos, cambios de concepto. Debe estar atento, ir mucho al teatro – si es productor ejecutivo de teatro -, qué tendencias existen, qué se está haciendo, etc. Ver qué le pasa al público, aparte de ver el espectáculo en sí. Debería conocer de dirección, actuación, escenografía, etc… todo ese tipo de disciplinas o roles que hacen a la formación de un productor para ser cada vez más profesional.

Eso, todo eso lo que hay que hacer… no sé si fue claro (risas finales, baja el telón, la música sigue de fondo)

Fuente: http://www.imaginacionatrapada.com.ar/Teatro/entrevista-gustavo-schraier.htm

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